miércoles, agosto 02, 2017

"Se llama calma y me costó muchas tormentas. - Dalai Lama

Se llama calma y me costó muchas tormentas.

Se llama calma y cuando desaparece.... 
salgo otra vez a su búsqueda.

Se llama calma y me enseña a respirar, 
a pensar y repensar.

Se llama calma y cuando la locura la tienta 
se desatan vientos bravos que cuestan dominar.

Se llama calma y llega con los años cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan lugar a más silencios y más sabiduría.

Se llama calma cuando se aprende bien a amar, 
cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo 
se desvanece para abrir corazón y alma entregándose 
enteros a quien quiera recibir y dar.

Se llama calma cuando la amistad es tan sincera 
que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.

Se llama calma y el mundo la evade, la ignora, 
inventando guerras que nunca nadie va a ganar.

Se llama calma cuando el silencio se disfruta, 
cuando los ruidos no son solo música y locura
sino el viento, los pájaros, la (tu) buena compañía 
o el ruido del mar.

Se llama calma y con nada se paga, no hay moneda
de ningún color que pueda cubrir su valor 
cuando se hace realidad.

Se llama calma y me costó muchas tormentas
y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma, la disfruto, la respeto y no la quiero soltar…"

-Dalai Lama

El valioso tiempo de los maduros - Mario de Andrade

El valioso tiempo de los maduros

Mario de Andrade 

“He contado mis años y he descubierto que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que he vivido hasta ahora…

Me siento como aquel niño al que regalan una bolsa de caramelos: los primeros se los come feliz, pero, cuando se percata de que quedan pocos, comienza a saborearlos profundamente.

Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, en las que se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se conseguirá nada.

Ya no tengo tiempo para soportar personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para perderlo con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan ‘egos’ inflados.

No tolero a los manipuladores ni a los aprovechados.

Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus puestos, sus talentos y sus éxitos.

Detesto, si soy testigo, los efectos que genera la lucha por un cargo importante.

Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos, si acaso…

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.

Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…

Con pocos caramelos en la bolsa…

Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.

Que no se vanaglorie con sus triunfos.

Que no se considere elegida antes de tiempo.

Que no eluda sus responsabilidades.

Que defienda la dignidad humana.

Y que desee únicamente caminar al lado de la verdad y de la honradez.

Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena vivirla.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas …

Gente a quien los duros golpes de la vida, le han enseñado a crecer con suaves caricias a su alma.

Sí… tengo prisa… para vivir con la intensidad que nada más que la madurez puede dar.

Pretendo no malemplear ni tan solo uno de los caramelos que me quedan.

Estoy seguro que serán más exquisitos que los que me he comido hasta ahora.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia.

Deseo que la tuya sea la misma, porque, de cualquier manera, también llegarás…”