jueves, mayo 07, 2020

Clarice Lispector, en el centenario de su nacimiento: la huella de una escritora mítica







Clarice Lispector, en el centenario de su nacimiento: la huella de una escritora mítica

La experimentación narrativa, la crítica al patriarcado y la precariedad vital fueron solo algunos de sus temas. Este año se planificó la publicación de muchas de sus obras, con nuevas traducciones, para celebrar el aniversario que se cumple en diciembre.

Veronica Abdalá
28/04/2020 - 17:53

Dueña de un aire indescifrable y de una obra que prueba una versatilidad poco frecuente –cronista, novelista y cuentista, fue una autora inclasificable en más de un sentido-, Clarice Lispector (Ucrania 1920-Río de Janeiro, 1977) es reconocida como una escritora mítica, no solo por la trascendencia de su legado literario sino porque para quienes rescatan o recuerdan su figura terminan resultando inolvidables su belleza de sensualidad felina y su tozudez, su resistencia a las convenciones, ese desparpajo al mismo tiempo sexual y poético con que, sin perder su refinamiento natural, se plantaba en el mundo. Una extrañeza de la que ni siquiera ella podía dar cuenta. “Clarice procedía de un misterio y regresó a otro”, la despidió el poeta Drummond de Andrade cuando murió. Ella misma había escrito una vez: “Soy tan misteriosa que ni yo misma me entiendo”. Y también: “El no haber nacido animal es una de mis nostalgias secretas”.

Había muchos, claro, que consideraban que su rebeldía la convertía en una mujer peligrosa. Ella lo intuía y convivía con esa certeza. “Mi drama es que soy libre”, dijo una vez.

Lispector, en su juventud. “Soy tan misteriosa que ni yo misma me entiendo”, decía.

En estos últimos años, la ucraniana-brasileña se convirtió, además, en el centro de un fenómeno de ventas, y no solo en la Argentina, donde este año se celebrarán lecturas y homenajes en el centenario de su nacimiento, sino en el mundo.

Una autora de culto. En estos últimos años, su figura y su obra ganaron popularidad.

Si al fallecer la escritora ya era una de las figuras centrales de las letras en Brasil, con el tiempo se volvió aún más popular: hoy su nombre y su imagen ilustran los souvenirs que llevan los turistas que visitan Río y sus libros se venden en las máquinas expendedoras del subte; miles de personas viajan hasta las playas cariocas solo para visitar el departamento en el que vivió –entre Leme y Copacabana- o el restaurante La Fiorentina, ese reducto de la bohemia de los años 60, donde se reunía con amigos o se sentaba a escribir frente al mar.

La aparición, en 2017, de Por qué este mundo (Siruela), la monumental biografía que le dedicó el periodista estadounidense y columnista de The New York Times Benjamin Moser (“Me enamoré de ella”, admitió el biógrafo) no es ajena al fenómeno: le sumó visibilidad y la elevó a la portada del New York Times of Books, convirtiéndola en el primer autor brasileño que ocupaba ese espacio de prestigio. Uno de sus traductores, Gregory Rabassa, dijo una vez acerca de Clarice: “Si Kafka fuera mujer y brasileña, si Marlene Dietrich escribiera...”

Los homenajes que se sucederán este año en la Argentina incluirán, en principio, reediciones y nuevas traducciones de sus obras, la primera Felicidad clandestina, que fue lanzada poco antes de que se inicie la cuarentena, por Ediciones Corregidor, con traducción de Marcelo Cohen. Aunque todavía no está claro cómo se replanificará el esquema de nuevos títulos a raíz de las restricciones impuestas por el coronavirus​.

Fernanda Pampín, una de las responsables del sello, adelantó esta semana a la agencia Télam que se sumarán en los próximos meses Cerca del corazón salvaje, que será traducido por Florencia Garramuño, La pasión según G.H., que correrá por cuenta de Gonzalo Aguilar; Agua viva, por Mario Cámara, y el libro de cuentos Lazos de familia, que será traducido por Luz Horne. Además, los trabajos ya publicados serán relanzados por el mismo sello en un nuevo formato de la colección rediseñado por Ezequiel Cafaro que ya cuenta con una nueva edición de Un soplo de vida, su novela póstuma.

Según Pampín, Lispector es "una autora versátil" que "expresó sus preocupaciones filosóficas y cotidianas (casi obsesiones) recurrentemente en diferentes géneros según las necesidades de su escritura, casi como un ejercicio pero su obra se resiste una y otra vez a ser clasificada. Así escribió sobre el amor, la muerte, los límites de la vida, el placer, el ser mujer, la escritura misma".

“El deseo de las mujeres, la exterioridad de lo íntimo, la crítica del patriarcado, las diferentes formas de la precariedad, la experimentación narrativa" son núcleos temáticos que atraviesan sus obras, define a su vez Gonzalo Aguilar, traductor y estudioso de sus ficciones.

Publicada en el país por editoriales como Corregidor, Cuenco de Plata y Adriana Hidalgo, Lispector tiene su homenaje cada diciembre cuando se realiza un evento mundial dedicado a ella, "La hora de Clarice", al estilo del Bloomsday, que se celebra en honor a Leopold Bloom, personaje principal de la novela Ulises de James Joyce, todos los 16 de junio por las calles de Dublín. ¿Se concretará este año?

Nacida en diciembre de 1920, la escritora había sido concebida deliberadamente para curar la sífilis de su madre, bajo la creencia entonces vigente de que un embarazo podía resultar sanador. Y, por fuera de cualquier parámetro racional, nunca llegó a perdonarse que su madre finalmente muriera: esa vaga culpa por no haber cumplido con la misión que se le atribuía a su llegada quizás explique en parte la profusa melancolía de su personalidad y de algunos de sus textos. “Toda historia de una persona es la historia de su fracaso –escribió-. Yo era culpable de mi nacimiento, la que nació en pecado mortal”.

Concebida para salvar a su madre, no se perdonaba no haber cumplido esa "misión". Escribió: “Toda historia de una persona es la historia de su fracaso".

De chica (“éramos muy pobres pero no lo sabía”) jugaba con las palabras, persiguiendo un efecto milagroso en la construcción de las frases. Aunque en su madurez, ya había perdido cualquier esperanza: “(La escritura) no cambia nada, escribo sin la esperanza de que nada de lo que escribo en absoluto pueda cambiar nada. No cambia nada”.

La familia llegó a Brasil en 1922. Clarice creció en Recife –allí vivió hasta sus 12 años, a sus 15 su padre decidió mudarse a Río de Janeiro- y tras estudiar Derecho y ejercer como secretaria y periodista, a sus 23 años publicó Cerca del corazón salvaje, su primera novela, con la que ganó el prestigioso premio Graca Aranha y cosechó una serie de críticas más que elogiosas. Decía haberse convertido en “una persona que siente en profundidad y utiliza las palabras para expresarlo. Es poco, muy poco”. Sin embargo, la acogida de esa primera novela marcaría el comienzo de su leyenda.

Clarice Lispector junto a sus hijos, en una playa de Río de Janeiro. / Archivo

Un año antes se había casado con Maury Gurgel Valente, un diplomático al que acompañaría durante 20 años en sus viajes, hasta que se divorció y volvió a Brasil con sus dos hijos, uno de ellos esquizofrénico. En 1933 había tomado verdadera conciencia de que quería ser una escritora profesional: con el tiempo llegaría a comprender que escribir era lo que más disfrutaba en el mundo, “incluso más que el amor”, llegó a confesar.

Capítulo aparte merecería su visita a la Argentina, en abril de 1976: llegó para visitar la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, a días de instaurarse la dictadura cívico militar. En sus diarios escribió entonces que se empezaba a sentir aquí “como una estrella de cine”.

Entre sus títulos se incluyen Algunos cuentos, Lazos de familia, La legión extranjera; las novelas La pasión según G.H., Agua viva, La lámpara o Para no olvidar, y también Queridas mías, que reúne las cartas que se escribía con sus hermanas Tania y Elisa entre 1940 y 1957. Mientras que Revelación de un mundo y Descubrimientos, ambos publicados por el sello Adriana Hidalgo, recopilan sus crónicas y columnas escritas para Jornal do Brasil, entre fines de los años 60 y comienzos de los 70.

Murió a los 56 años de un cáncer de ovarios, en la víspera de su cumpleaños: como de chica, a último momento quiso jugar. “Finjamos que no vamos al hospital, que no estoy enferma y que nos vamos a París”, le dijo a su amiga Olga Borelli, que la acompañaba en el trayecto en taxi, poco antes de que la muerte la alcanzara. El reposo, lo había encontrado de otra forma: "Escribiendo me libro de mí y puedo entonces descansar".

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