LA TRISTEZA DEL MAR CABE EN
UN VASO DE AGUA
Luis García Montero
Los hombres tristes,
que tienen en sus ojos un café de províncias,
que no saben mentir como quien dise,
que se esconden detrás de los periódicos,
que se quedan sentados en su silla
cuando la fiesta baila,
que gastan por sapatos una tarde de lluvia,
que saludan con miedo,
que de pronto una noche se deshacen,
que cantan perseguidos por la risa,
que abrazan, que importunan hasta quedarse solos,
que retornan después a su tristeza
igual que a su pañuelo y a su vaso de agua,
que ven como se alejan las novias y los barcos,
esos hombres manchados por la últimas horas
de la ocasión perdida,
se parecen a mí.
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